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Recuerdos Sublimes
- julio 29, 2020
- Publicado por: Mauricio José Chaulón Lagos
- Categoría: Comunidad Educación Privada Historia Texto

En enero de 1972, comencé con el trabajo más hermoso y humanista que una persona puede realizar: LA DOCENCIA. La mayor parte de mi labor como maestro, la llevé a cabo en el Colegio San José de los Infantes, un establecimiento que, histórica y pedagógicamente, ha mantenido un sitial en el LIBRO DE ORO de la Enseñanza-Aprendizaje, en Guatemala e, incluso (a través de una trascendencia incomparable), en Estados Unidos de América y en otros países del orbe, pues muchos de sus exalumnos, a través de sus profesiones, han hecho valer la auténtica calidad académica, religiosa y humanista, de nuestro amado recinto educativo.

Desde que me inicié como profesor, en las disciplinas de las Ciencias Naturales, percibí que mi trabajo no sólo me daría satisfacciones vinculadas a la Academia, sino, también, que me iba a conferir una REALIZACIÓN que, hoy en día, disfruto espiritual, mental y emocionalmente. Los recuerdos de esa época de mi vida, son imperecederos. Constituyen un baluarte que me hace sentir que, aún dentro de mis limitaciones como ser humano, fui, de alguna manera, una persona importante; un ser que aportó, en su momento, la posibilidad de que nuestros muy queridos y recordados alumnos, adquirieran algunas nociones del conocimiento que, en el futuro, pudieran servirles de base para sus estudios universitarios.
Ahora, en esta fase de mi vida, en que la edad y las diversas circunstancias por las que está atravesando la humanidad entera, determinan que haya pensamientos justos que reconozcan la esencia de lo realizado a través de los años, deseo con mucho afecto, con profunda convicción, plasmar en estas humildes líneas, que JAMÁS, NUNCA, mi labor docente hubiese sido la que fue, sin la oportunidad que DIOS me confirió de formar parte de un EXCELENTE y FORMIDABLE equipo de compañeros, de amigos, de hermanos, de extraordinarios COLEGAS, que estableció lazos fuertes, indestructibles (a nuestros años, mantengo con algunos de ellos la VERDADERA AMISTAD y UNIDAD que gozamos en aquella época), lo cual determinó que nuestro ministerio docente fuera más completo, más profundo, más integral. Nuestros exalumnos reconocen esta EXCEPCIONAL UNIDAD, en los diversos eventos de aniversarios de sus respectivas promociones, a los que hemos tenido el gran honor de ser invitados. En los discursos de cariñosa bienvenida que nos dedican, lo mencionan con sincero afecto y respeto.

Deseo agradecer desde lo más profundo de mi corazón, a todos y cada uno de esos inolvidables compañeros, que me brindaron la posibilidad de recorrer aquel sublime camino, con menores dificultades, a través de la luz incandescente de su solidaridad, afecto y apoyo incondicional. Gracias, infinitas gracias a todos ustedes, amigos de la vida; por siempre y para siempre, reconoceré que, en ningún momento, hubiera cumplido mis ideales, sin la presencia de la excepcional calidad docente, académica y humana, que siempre les ha acompañado.
Dios los bendiga. Muchas gracias.